Ser emprendedora, ser investigadora, ser académica, ser mujer: un camino de múltiples desafíos

Por: Claudia López Moncada, doctora en Ciencias de la información y Tecnología. Investigadora asociada Cenia e integrante de la línea “Inteligencia Artificial centrada en el ser humano”. Académica del Departamento de Informática USM.

Parte de las formas en que usamos tecnología tiene que ver con el tiempo que le podemos dedicar. Es una realidad que las mujeres tienen menos tiempo libre para usarlas, y, por lo tanto, menos tiempo para desarrollar las competencias necesarias para beneficiarse de ellas. Hace un par de años hice un proyecto para mujeres microempresarias (App Aliadas),  y nos dimos cuenta que no usan frecuentemente un computador, su herramienta de trabajo es el celular, por lo que no podíamos desarrollar una aplicación para una pantalla grande, porque ellas no usan en general un computador, no tienen tiempo de sentarse al frente para usarlo.

Hay estudios que evidencian, por ejemplo, las diferencias entre los microempresarios hombres y mujeres. Gran parte de los hombres que hacen emprendimientos lo hacen porque tienen una idea, quieren innovar, sin embargo, generalmente las mujeres lo hacen por necesidad. La mayoría de las historias cuentan que cuando un hombre decide emprender esa es toda su vida, todas sus horas están disponibles para eso, en cambio, cuando las mujeres hacen microemprendimientos deben, además, dedicar tiempo a cuidar a sus hijos, mantener su casa, entre otras tareas.

Por otro lado, hay un sinnúmero de pequeños y grandes obstáculos para las mujeres al ejercer la vida académica. Muchas mujeres deciden embarazarse después de hacer el doctorado. Algunas incluso suelen posponerlo un poco más luego de esto. Hay quienes si deciden tenerlos, pero eso tiene muchos costos. La ANID, desde hace varios años ha hecho un cuidadoso trabajo con las radiografías de género en ciencia, tecnología conocimiento e innovación, estudios que muestran con datos duros que el número de mujeres matriculadas en educación superior es mayor que el de los hombre (54% y 46% respectivamente), sin embargo, va disminuyendo a medida que se avanza en el grado académico, y la brecha se acentúa para las mujeres que van ascendiendo en las jerarquías académicas. Este patrón se repite en todas las universidades.

¿Qué influye? Muchas cosas, no solo que las mujeres hayan decidido tener hijos, también influyen los procesos de evaluación que muestran ciertos sesgos de género. A las mujeres se nos pide hacer más servicio como participar en comités o en organización de eventos, actividades que quitan bastante tiempo, pero que muchas mujeres consideramos importantes. Ese tiempo invertido es tiempo que no le dedicas a tu investigación, y, lamentablemente, estas actividades no son valoradas por estas jerarquizaciones académicas.

Hay hartos esfuerzos por hacer inteligencia artificial (IA) feminista, que trata de pensar cómo usamos la IA para redibujar las distribuciones de poder que existen hoy. Las personas que hacen feminismo de datos piensan en datos que hoy no existen, como por ejemplo, el  número de feminicidios que hay en Latinoamérica. No hay una forma estándar de contar cuándo es un feminicidio y cuándo no. En todos los países de la región lo hacen de formas distintas. En México una mujer empezó a documentarlo, y ahora hay una red de investigadoras en Latinoamérica recolectando ese dato en todos los países para que tengamos al menos la foto de qué es lo que está pasando con ese fenómeno. Hay un montón de cosas que no se cuentan, y datos que lamentablemente no existen, y muchas de esas cosas tienen que ver con problemas que nos afectan solamente a las mujeres. Parte del problema es que la gente que hace tecnología, que decide qué tecnologías construir y qué datos se van a guardar, han sido hombres por muchas décadas.

La tecnología es solo una de las herramientas que tenemos como sociedad para combatir la desigualdad generalizada. Debemos continuar en el trabajo de disponibilizar las diferentes tecnologías a todas las personas, independiente de sus identidades de género, su quehacer social y de otras barreras culturales. Mucha de la separación que ha habido en los últimos 30 o 40 años de las mujeres hacia las TICs ha sido porque se instaló la idea del computador y los videojuegos como algo masculino. Es necesario disponibilizar estas tecnologías de forma que no tengan identidad de género, porque necesitamos de toda la diversidad de experiencias para poder hacer mejor tecnología, y no podemos seguir excluyendo a cierta parte de la sociedad con decisiones que impactan de forma tan importante en la manera en cómo hoy la conceptualizamos.

Creo que las nuevas generaciones, hombres, mujeres y personas no binarias, traen otras lógicas y están mejor equipadas para dar estas peleas. Son más educadas y tienen el vocabulario para decir, por ejemplo, que hay un techo de cristal, o que el patriarcado es un sistema generalizado que explica un montón de patrones en los que estamos viviendo. Creo que están más empoderadas que la generación en la que yo crecí, y tiene que ver con que tenemos mejores herramientas para las mujeres y para toda la sociedad para entender la magnitud de lo que está pasando. Esto es algo que podemos agradecerle a las humanidades, a las ciencias sociales y al movimiento feminista, el que hoy tengamos las conceptualizaciones que nos permiten avanzar hacia un mundo distinto, uno más justo.

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